Quizás porque esta mañana, al
abrir el periódico, busqué sin éxito al menos una noticia positiva y no he
podido encontrar nada…Porque me parece una falta de respeto escribir sobre mis pocas
horas de felicidad, cuando sé que miles y millones de personas sufren las
graves consecuencias de la guerra, el destierro y el hambre. Porque la Europa
por la cual lucharon mis padres y mis abuelos se está desmoronando frente a la
avaricia, el egoísmo y la hipocresía. Porque… todavía me acuerdo de aquella historia de la Segunda
Guerra Mundial contada por mi abuela, que en paz descanse. De aquella chica
judía, que la joven señorita conoció en las fiestas de sociedad búlgara…Y que
llevaba la estrella de David encima de su elegante vestido. Y de la respuesta que
mi ingenua abuela recibió, al expresarle su preocupación por lo incómodo que era
llevar aquella señal infame. Una respuesta corta y contundente – “Mejor esto,
que mandarnos a Polonia”. Así, mi abuela supo que existían los campos de
concentración. Porque al parecer nadie
sabía nada. Al parecer… Y eso, en el único país (Bulgaria), junto con
Dinamarca, que salvó, en la medida que pudo, su población judía de las cámaras
de gas. ¿Y los demás? En toda aquella
Europa, ¿nadie veía lo que pasaba a las puertas de sus casas? Y porque hoy en
día, hay gente que niega el Holocausto… Hasta tal punto, que los mismos
alemanes tienen que confirmarlo.
Porque es más fácil cerrar los
ojos, mirar lo bien que vivimos y no aceptar nuestra responsabilidad individual
y como sociedad… Aferrarnos a las ambiciones propias y presentarlas como algo
que hacemos por los demás. Porque sabemos que las voces de la conciencia no
llegan a los que venden armas y seres humanos, centrados en su particular Juego
de Tronos. Yo, personalmente, no sé cómo duermen tranquilos por las noches,
como suben a sus aviones privados, como miran a sus hijos o nietos pequeños. Y no piensan
en las atrocidades cometidas con sus armas por sus mercenarios como
tampoco ven en los ojos de sus hijos los ojos de otros niños – hambrientos
huérfanos, violados y mutilados, viviendo el infierno en la tierra. No entiendo esta gente. No entiendo su afán de
mostrarse buenos, su perverso interés por el protagonismo caritativo, su derroche
opulento, cuando, en realidad, son los vilanos de la película. Quizás teman el
Karma y piensan que así podrían comprar su benevolencia… como compran todo lo
demás.
Por esto, últimamente me es muy
difícil escribir de la belleza del mundo, aunque la hay, por cierto, y muchísimo.
Porque a mí, que no tengo nada
que vender, y vivo de mi trabajo y de lo de mi familia, me pesa esta
irresponsabilidad social que se extiende como una lacra alrededor. Esta busca
de lo morboso y lo atroz, sin medios para cambiarlos. El torcido uso de la
democracia, o su desuso, mejor dicho, para servir a los intereses particulares
de unos pocos. Me choca no sólo la falta de ideas, sino de ideologías. En una
escala, donde la integridad y la solidez de las creencias son raras piezas de
museo, y que…desgraciadamente se quedarán allí, porque no ayudan a la
supervivencia política y social.
Decidí escribir estas líneas a
raíz de los últimos ataques a mi blog, que, francamente, me parecen estúpidos e
inexplicables…
Ahora, los que les interesa
destruir el pensamiento libre, por lo
menos, tendrán alguna razón….